Sunday, October 29, 2006

PATETICO REGRESO Y CELEBRACION

Las cosas hay que decirlas por su nombre, lo del sábado en la noche fue penoso, tremendamente penoso, con media pechuguita de pollo en las tripas, sin ensalada, ni arroz, ni postre era bien poco lo que podría haber aguantado. Pero yo soy porfiada.
- Amiguita, ¿quiere comerse una cosita, un sanguchito, un completito por ser, usted está aquí de la mañana debe tener hambre, pienso yo.
- ¡Qué hambre, ni que nada chica, si denante como a las cinco me comí un pedacito de pechuga, estoy súper firme, no pasa nada. No me vengas con sanguchitos, invítame a un fuerte será ,mejor.

Como por inercia íbamos del brazo Pamela y yo y nuestros piecitos nos llevaron hasta el mejor restobar de Osorno, EL BOULEVAR.

Nos sentamos en la misma mesa de las otras noches. Yo pedí el mismo trago con el que inicio mi “happy hour” y después la conversa es gratuita.

Cuando quedaba como un sorbito de mi gim morrison medio cargado al vodka algo pasó, digamos que empecé a volverme loquita. Mi risa estaba desatada y Pamela decidió que era hora de irse.

Pero no ahora, por favor, tengo una idea, quiero llamar por teléfono a mi amigo de Puerto, porfa.
-Te volviste loca, no seas ridícula, arrebatada, mañana te vas a arrepentir.
-Pero qué tiene, varias veces hemos hablado acerca de la posibilidad de volver algún día a vernos, en una de esas él justo anda por acá.
- Ya está bien, párate, yo llevo tu mochila, camina derecha, no te rías tanto.

Al rato en Ramírez, pleno centro de Osorno.
-Hola, disculpa sabes dónde hay un teléfono público
-Más allá, lo ves mira, contestó un atractivo muchacho rubio en silla de ruedas.
Admito que estaba tan ebria que me imaginé las cosas más triple x con el atractivo discapacitado, que en todo caso dudo que esté completamente discapacitado con esa cara de ganoso que tenía.

Y llegamos al teléfono. Cambiemos, esta es una moneda de 500. Pasó una pandilla de machos, hola podrías cambiarnos por favor, dije con esa vocesita de niña etílica que encontré en mi archivo de voces para manipular.

En un dos por tres nos reunieron las monedas y me fui al dichoso teléfono a protagonizar el ridículo más grande de la noche.
Prometo que traté de modular bien.
Rin-rin-rin-rin. Aloo!
-He hola Rodrigo, soy Yesica recuerdas que...
- Una larga centésima de silencio. No Yesica, no
Después se cortó la llamada o sea se acabó la moneda de 100 pesos.
Seguimos caminando para que se me pasara entre otras cosas la borrachera.
Llegamos a la Yungay, después vino mi otro numerito.
-Pame, estoy que me hago pipi, tú sabes que cuando me vienen las ganas no me puedo aguantar, es terrible, sería capaz de orinar aquí mismo antes de hacerme en los pantalones, son los únicos que traje!
- Cómo se te ocurre, Yesica, No, Yesica, por favor, te estoy hablando, Yesica.
- No si me iba a sentar en esta banquita, pero ayúdame a pensar rápido en algo.
- Ya sé entra a ese bar y pide baño
- No me da lata la gente es más pesada, me van a decir que es sólo para clientes.
- Sabes! Me arriesgo no soy mas
Tres trancos y luego me dirijo a la barra y miro al mesero con más cara de buena gente. Lo llamo con mi mano para que se acerque. No me entiende, repito el ademán unas tres veces y finalmente cruza su cuerpo encima de la barra y acerco mi cara a la suya, busco en mi archivo la misma voy y además una cara de niña buena, le incluyo un sutil puchero.
-Discúlpa, sufro de incontinencia urinaria, podrías prestarme baño por favor
- Dale no más flaca, pasa, adelante, contestó el chascón.

Cuando llego al mentado recinto de los baños. ¡Mierda!, el de mujeres está ocupado, insisto toco más fuerte. No me aguanto, abro la puerta del lado, el toilette con monito con sombrero de marinerito en la puerta.
¡Bien! No hay nadie, me bajo los pantalones, los calzones, sacó como tres corridas de un gracioso papel higiénico color verde, lo pongo en el contorno del inodoro y finalmente me siento. ¡Oh, es lo máximo!
Me seco, subo mi ropa y salgo corriendo despavorida, ni siquiera le doy las gracias al chico de la barra. Más tarde llegamos hasta Los Carrera a esperar colectivo para volvernos hasta nuestros respectivos hogares.
-Pame hemos caminado bastante, pero siento que aún estoy ebria. ¿Tendrías la bondad de darme una bofetada por favor para poder despertar de este sueño etílico?
- No Yesica, yo prometí nunca más hacer esto.
- Porfis, porfis, porfis
- Ya, esta bien, pero yo no quiero tu derechazo de vuelta
- No, cómo se te ocurre
¡Empezó PLAF!, otra por favor, ¡PLAF!, dame otra por favor, al otro lado, ¡PLAF!
Ya va, ya va con eso ya es suficiente.
Me subí al coleto, pagué, llegué, me bajé y c` est finne!

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