Monday, October 16, 2006

Cuando conocí a Rodrigo, tenía yo un par de tequilas en el cuerpo y a poco compartir con él agregué a las margaritas algo de heineken, era esa cierto? ( corrígeme si me equivoco, la botella era verde)
Han pasado los meses y no lo he vuelto a ver, él no a mí, yo si una noche dos semanas después de esa noche, pero no quise hablárle, pasó al lado mío, me contuve, con esos impulsos arrebatados que me dan a veces, dije, no. Yo sé que Rodrigo que nunca me va a creer que me negué a hablarte por miedo a que no me reconozca tras esa apariencia desaliñada de chica practicante que se ha pasado la mitad de la noche corriendo por placitas de barrios en busca de travestis ebrios y burdeles de quinta, eso si, al lado de las honorables fuerzas especiales de carabineros por supuesto.-

Pasaron los días, las semanas y algunos meses, pero Rodrigo siguió hablándome, con mi a veces mal humor, caos y los propios malos entendidos de las charlas que uno entabla a través de un teclado. A él le gusta hablar, a mí me gusta escucharlo, parece que a él le gusta leer, entonces por eso le escribo.

No tengo idea que pasará más adelante, si nos encontrarremos en la media de los más de 100 kilómetros que nos separan, pero estoy segura que será el momento preciso.

Gracias Rodrigo por estar ahí, cuando te necesito-

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