Saturday, July 09, 2005

Eloísa caminó solitaria esa noche como de costumbre. Compró el mismo cigarrillo de todos los días y se dispuso a recorrer las calles de la ciudad sin un punto fijo. Llevaba en su bolso, sólo el celular y las llaves de su casa y por supuesto una novela en caso de que le vengan las ganas de leer. Se sentía deprimida y con una incómoda sensación de ansiedad y angustia que no la dejaba en paz. Esa misma sensación la acompañaba años atrás, por aquellos años en donde la prensa dijo que había cambiado el mundo por la caída de no se qué edificios que eran mellizos o qué sabía ella... La verdad es que no. Ya han pasado algunos años desde ese atentado y ella asocia ese momento para no perderse en el tiempo, para no olvidar... que su última vez fue más o menos por ahí...
Caminaba y caminaba como si su obligación fuera esa, pero llegó un punto en que las luces de la ciudad se perdieron y se encontró más sola aún en medio de la nada y en medio de todo. Miró al cielo y vio que las estrellas alumbraban con una luminosidad incandescente como las noches de verano. Y aún faltaban 2 semanas para que comenzara la primavera.
Quería encontrarse con el desconocido que le vendió marihuana la semana pasada en la otra esquina, pero era imposible esas cosas solo suceden una sola vez y sólo son coincidencias. Ese día, como era habitual se sentó en la orilla de la vereda a fumar. Eran las 11:35 de la noche y por ese lugar no pasaba nadie a esa hora, pero de pronto una camioneta deportiva pasó muy próxima a ella y la dejó cubierta de barro. Los tremendos michelines no tuvieron compasión de ella y como en el lugar no había pavimento todo estaba lleno de posas y de barro. Un desconocido bajó de la camioneta a pedirle disculpas, pero Eloisa lo mandó a la mierda.
(CONTINUARÁ)

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